Seleccionar página

Con duro levante reinante mar gruesa fragata alemana Gneisenau fondeada en la rada faltándole amarras se vino sobre escollera del este yéndose rápidamente a pique. Ahogado comandante y otros muchos. Imposible precisar ahora siendo inútiles esfuerzos salvarlos. Acudí inmediatamente [al] siniestro [a] dirigir salvamento bien difícil por escasez [de] medios con vapor Tortosa que mandé activar apenas vi venirse fragata sobre escollera. Auxilio que no pudo tener efecto por rapidez con que fue a pique Gneisenau. Salí fuera para ver salvar algunos tripulantes que estaban todavía [en el] agua resultando ineficaz por estado del mar que ésta los había arrojado sobre escollera donde con gran trabajo fueron salvados. No se sabe hasta mañana [el] número exacto de víctimas que calculo ahora en unas 30 siendo muchos los heridos y lastimados entre los cuales están casi todos los prácticos y cabos de mar de puerto a mis órdenes.

Con este telegrama, el comandante de Marina informó al ministro del ramo de lo ocurrido en el puerto de Málaga, el 16 de diciembre de 1900. No era la primera vez que la fragata Gneisenau hacía escala en esta ciudad, pero fue la última.

¿Qué se puede escribir que no se sepa de este suceso que aún se recuerda?

La cifra oficial de víctimas mortales de la tripulación ascendió a 41 personas, incluido el comandante. En el Cementerio Inglés de Málaga reposan sus restos.

El personal de la Capitanía de Puerto pudo salvar con cabos y perchas a los que se habían tirado al agua, o se habían subido a la jarcia. También a todos aquellos que saltaban de los botes que chocaban contra el dique.

Los que sobrevivieron fueron atendidos en los hospitales. Hasta su repatriación en el vapor Andalucía, fueron alojados tanto en el Cuartel de Levante, como en el Ayuntamiento, incluso en casas particulares.

Poco se pudo hacer por el buque hundido. Buzos del vapor alemán Neiva, que llegó desde Gibraltar, y del vapor inglés Pionner, reconocieron su interior. Comprobaron que el pantoque, así como toda la obra muerta de estribor, sobre el que reposaba acostado en el talud de la escollera, estaba destrozado y presentaba importantes roturas. Con mucha dificultad accedieron a los departamentos interiores alojados debajo de la cubierta de la batería. Extrajeron la caja de caudales. Recuperaron tres cuerpos. La propia marinería germana se encargó de desenvergar las velas y echar abajo los juanetes.

Es conocido que la colonia alemana de la ciudad donó fondos para la reconstrucción del puente de Santo Domingo, tras la riada de 1907. Así mostraron su gratitud hacia los malagueños.

Pero quizás se desconozcan los nombres de todos los marinos que recibieron cruces y medallas del Imperio alemán por los auxilios prestados: el capitán de navío Julián García de la Vega González; el teniente de navío Antonio Morantes; el alférez de fragata Rosendo Rodríguez Arrabal; Bartolomé Linares Úbeda, patrón del velero Ana Rita Cristóbal, y los marineros del mismo, Marcos Antonio Linares Serrano y José García García; Miguel López López, patrón del laúd San José, además de José Orts Linares y Tomás Antonio Casquero Bansol, marineros de dicho buque; el patrón de pesca Ángel Tous Colomina; los cabos de mar de puerto Eduardo Cholvis Muñoz y José Valle Oblea; los prácticos Bernabé Guerrero José Vizcaíno Andújar; y José Sellés, el patrón de la Compañía Arrendataria de Tabacos.

La Armada también reconoció el valeroso comportamiento de estas personas. De hecho, Rosendo Rodríguez Arrabal recibió la graduación de alférez de fragata. Pero, en un primer momento, sin otorgar condecoraciones.

Por el contrario, la Sociedad Española de Salvamento de Náufragos sí había concedido medallas a varios marinos.

Ante esta situación, el capitán de navío solicitó al ministro de Marina una condecoración. Obtuvo la Cruz del Mérito Naval de 3ª clase con distintivo blanco pensionada con el diez por ciento del sueldo hasta su ascenso.

Tanto el cabo de mar Cholvis, como el práctico Vizcaíno Andújar, que pusieron en riesgo sus vidas, también reclamaron. Fueron acreedores de la Cruz de Plata del Mérito Naval con distintivo rojo pensionada vitalicia, con siete pesetas y cincuenta céntimos mensuales.

En el Archivo General de la Marina Álvaro de Bazán (Viso del Marqués) se custodian los expedientes de recompensas citados, así como los expedientes personales de los marinos.

En el Archivo Temboury se conservan dos fotos del buque siniestrado.